El amor tal como lo querría ella y como ya no lo tiene. O quizá como no lo ha tenido nunca. Porque el amor no es y no puede ser simple afecto. No se trata de costumbres o de amabilidad. El amor es locura, es el corazón que late a dos mil por hora, la luz que surge de noche en pleno atardecer, las ganas de despertarse por la mañana sólo para mirarse a los ojos. El amor es ese grito que ahora la llama y le hace comprender que es hora de cambiar. Él. Recuerda momentos pasado en su compañía, las cosas que siempre le dice, su rostro. Pero no sabemos hablar. No estamos hechos el uno para el otro. Una lágrima desciende cálida por su mejilla y cae sobre sus piernas libres y desnudas. A lo mejor esa muchacha sentada en su escritorio, en una noche de finales de primavera, quieta ante un portátil encontrado por casualidad, iluminada apenas por una lámpara de Ikea, todavía no sepa lo que es el amor. Pero seguro que ahora sabe lo que no es.
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